Las heridas abiertas por C0v!d-19

La pandemia C0vid-19 es un parteaguas en la historia de la humanidad por sus repercusiones sanitarias, políticas, económicas, sociales, tecnológicas e incluso espirituales. Para muchos Covid-19 ha representado la toma de conciencia de una realidad lacerante que durante mucho tiempo se quiso ocultar. Otros, en cambio, continúan con la pretensión de que las cosas sigan igual. Pero estamos ante la hora de la verdad, en la hora de las definiciones sobre la construcción de un nuevo mundo que habrá de ser producto de las enseñanzas de los sabios o de los engaños de los cobardes.

Estos difíciles tiempos y lo que han traído para la humanidad me han hecho recordar constantemente la leyenda azteca del espejo de obsidiana, también conocida como “piedra de la verdad”; aquel espejo que el dios Tezcatlipoca, señor de la oscuridad, mostró a su hermano gemelo, el dios Quetzalcóatl, señor de la claridad, y que en ese momento actuó como una especie de vacuna contra la soberbia. A Quetzalcóatl se le adoraba por su sabiduría y bondad hasta que un día Tezcatlipoca le dio a probar una bebida embriagante llamada pulque y Quetzalcóatl perdió el control de sí mismo. En lo que podríamos describir como la “cruda” (el debilitado estado físico y mental que sigue a la embriaguez), Tezcatlipoca le mostró a Quetzalcóatl esa “piedra de la verdad” donde el dios creador representado por una serpiente emplumada pudo contemplar el fondo de su ser, con sus defectos, sus errores y los abusos cometidos durante el estado de embriaguez. Quetzalcóatl bajó al inframundo y ahí estuvo confinado para reflexionar sobre lo ocurrido; pero también, como buen guerrero, para sanar sus heridas y prepararse para un nuevo combate; para regresar y triunfar sobre sus enemigos, especialmente, contra sus propios enemigos internos. La leyenda del espejo de obsidiana, la piedra de la verdad, ha tenido grandes enseñanzas a través de los tiempos.

La Covid-19 ha mostrado lo mejor y lo peor de muchos individuos, de muchas familias, de muchos grupos sociales, de muchas instituciones de gobierno, de muchos líderes que en vez de honrar el ejercicio del poder para servicio de un fin superior han utilizado la retórica para esconderse de sus errores.

La historia que aquí relato es fruto de una profunda reflexión que me lleva a tomar conciencia de la necesidad de un cambio en las instituciones de salud no sólo en México, sino en el mundo. Esta historia tiene que ver con el milenario conflicto entre la llamada medicina tradicional y las prácticas sanitarias que dan sustento a las grandes ganancias de empresas farmacéuticas. La salud vista como negocio o como servicio a la humanidad. Milenario conflicto que hace más de dos mil años provocó que las instituciones de entonces condenaran a un hombre bueno y sabio a la cruz.

El precursor del biomagnetismo habla de su experiencia en México

Fue una tarde de junio de 2020 cuando esa sincronía que algunos prefieren llamar “casualidad” o “destino” me llevó a casa de un médico que ha dedicado su vida a investigar sobre la relación del magnetismo con el cuerpo humano y las enfermedades.

Esa tarde conocí al don Isaac Goiz Durán, creador del biomagnetismo. Me presentó con él un amigo suyo y por eso nos recibieron él y su esposa Elena con gran amabilidad. Conforme transcurría la charla supe que estaba ante una gran historia que me iba a cambiar la forma de percibir muchas cosas relacionadas con la medicina, pero también con las respuestas del ser humano ante la adversidad. Nunca olvidaré el rostro de don Isaac cuando me miró con una tristeza profunda y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Me dijo con voz entrecortada: Regina, yo no entiendo a este país que se ha dedicado a perseguirme cuando yo lo único que he hecho toda mi vida es tratar de aliviar el sufrimiento provocado por la enfermedad. Regina, yo lo único que pido es que me den la oportunidad de demostrar que mis terapias sí funcionan. Me acusan de que mi método no sirve, pero no presentan ninguna prueba, sólo insultos y descalificaciones. En las redes sociales han llegado a inventar incluso que el doctor Richard Broeringmeyer no existe, con tal de descalificarme. Sin embargo, ahí mismo, en Internet, se pueden encontrar libros publicados por él o libros cuyos autores lo refieren como maestros. Tuve la fortuna de atender a la esposa de nuestro mutuo amigo que te trajo aquí y tengo la fortuna también de contar a sus hijas como graduadas terapeutas en biomagnetismo. Regina -insistió- yo cuento con los testimonios de miles de pacientes que se han beneficiado con mis terapias, pero ellos no tienen nada para sustentar sus acusaciones en mi contra.

Las palabras de don Isaac Goiz retumbaron en mi mente porque en ese momento yo tampoco entendía, o no quería entender, los resortes de poder que mueven a un sistema a perseguir a quienes considera que afectan a sus intereses. Como veremos más adelante en este relato, el caso de Isaac Goiz no es el único en el que las instituciones son las encargadas de obstaculizar el trabajo de los verdaderos médicos que buscan soluciones al dolor provocado por la enfermedad.

El rostro de don Isaac Goiz quedó grabado en mi mente por su indignación ante lo que considera una injusticia, pero también por su bondad al referir con la misma emoción el sentimiento de gratitud que le invade cuando logra equilibrar la energía magnética de pacientes, muchas veces desahuciados por la medicina tradicional.

Yo no tenía mucho tiempo para la charla y por eso traté de ir directo al punto: ¿Qué llevó a la Cofepris a clausurar su consultorio?, pregunté a boca jarro. Pero el sabio Isaac Goiz me dijo que tuviera paciencia, porque para entender lo sucedido hacía falta tomar en cuenta los antecedentes, comprender el proceso y asumir el riesgo de mirar al pasado. Cierto. La toma de conciencia es un proceso y no se pueden saltar los pasos; hay que revisar las causas para comprender los efectos. Supe entonces que habría de posponer lo que tenía planeado para esa tarde y concentrarme en el aquí y el ahora de esa historia que prometía ser una revelación muy especial.

Don Isaac Goiz me dijo que el sistema de salud en México ha estado en crisis desde hace muchísimo tiempo y a él le había tocado ser testigo y protagonista de muchos de episodios en que se había manifestado esa crisis. Me dijo que él estudió fisioterapia y esforzándose mucho logró que lo nombraran jefe del Departamento de Fisioterapia del Instituto Nacional de Neumología, cuando era director el Dr. José Luis Gómez Pimienta.

Su carrera iba avanzando, haciendo lo que le gusta que es ayudar a la gente, pero en 1970 tuvo que enfrentar la primera crisis, fruto de las malas decisiones administrativas del gobierno del entonces presidente, Luis Echeverría. José Campillo Sáenz, quien era su secretario de Salubridad y Asistencia, le vendió la idea de que si ya se había erradicado la tuberculosis no hacía falta un Instituto de Neumología y decidieron cerrarlo para convertirlo en Hospital General. La remodelación duró 7 largos años en que los que formaron parte del antiguo instituto fueron obligados a trabajar en condiciones infrahumanas. Los planes del gobierno no se concretaban y todo era caos, pero eso permitió que enviaran al Departamento de Fisioterapia (el área a cargo de Isaac Goiz) a pacientes con todo tipo de patologías, que iban a dar ahí para completar sus programas terapéuticos.

En 1983 Isaac Goiz salió del hospital público para buscar nuevos horizontes en la medicina privada. Sin embargo, al contarme lo sucedido todavía su voz se llena de indignación porque México vivió muchos años sin atención especializada para enfermedades respiratorias porque un secretario de salud convenció a un presidente de que la Tisiología era lo mismo que la Neumología.

Isaac Goiz pasó 5 años en un nuevo entorno generado por la práctica privada de la medicina, pero se mantenía apegado a la medicina tradicional. Sin embargo, en 1988 hubo un hecho que le cambió la vida. Asistió a un curso sobre campos magnéticos que impartió el Doctor Richard Broeringmeyer en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Eso le permitió entender el fenómeno vibracional y en ese mismo año descubrir el Par Biomagnético como código patógeno de las enfermedades regulares provocadas por virus o bacterias. Fue así como Isaac Goiz pudo entender más el comportamiento de enfermedades complejas como la diabetes, la gangrena, el reumatismo articular, la artritis y los falsos casos de estas enfermedades.

Don Isaac se esforzó por explicarme que muchas veces la medicina tradicional diagnostica casos de estas enfermedades que son falsos positivos porque se les clasifica de acuerdo con un punto de vista basado en síntomas, no en la etiología. (Cuando busqué el significado de etiología encontré que es el estudio sobre las causas de las cosas y parte de la medicina que estudia el origen o las causas de las enfermedades. Para subrayar la importancia de la etiología, en esa explicación se señala que “en un momento de su vida, Pasteur decidió consagrar íntegramente su actividad al estudio de la etiología de las enfermedades contagiosas del hombre”).

Durante algún tiempo, Isaac Goiz mantuvo el conocimiento obtenido en la conferencia sobre campos magnéticos en el cajón de reserva, hasta que un día llegó a su consultorio en San Pedro Xalostoc un paciente con VIH. Isaac Goiz habló con sus familiares y les explicó que él no podía tratarlo porque no estaba especializado en la enfermedad. Sin embargo, cuando le dijeron que al paciente lo habían desahuciado en el IMSS y que por eso estaban buscando alguien, algo, lo que fuera, que pudiera ayudar a disminuir su sufrimiento, Isaac Goiz sintió el impulso urgente de ayudar. Su rostro se transformó al decirme que fue en ese momento que él supo que tenía que intentar algo y decidió experimentar con los conocimientos adquiridos en el curso de campos magnéticos.

Por qué no abandonar a quienes el IMSS da por perdidos

Me detengo en este punto porque me llama la atención la forma en que Isaac Goiz se decide a experimentar con los conocimientos sobre campos magnéticos, como me llamó la atención su emoción al describir casos de pacientes desahuciados por el IMSS que se recuperaron después de ser tratados por él.

Creo que la explicación se encuentra en la introducción de su libro “El fenómeno tumoral” donde relata que un hecho que cambió su vida fue el cáncer cérvico uterino de su madre, que les fue anunciado a él y a sus hermanos por su padre, quien era médico cirujano. Su padre se derrumbó moralmente cuando vio que todos sus recursos médicos no podían ofrecer nada para la curación de su esposa. Isaac Goiz describe en ese texto que, como sucede en estos casos, toda la familia sufrió las consecuencias económicas, sociales y morales que implica la enfermedad. Su madre tuvo que soportar durante medio año los estudios, la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, la yatrogenia medicamentosa y los internamientos. Tuvo que soportar también la soledad y la desesperanza que poco a poco va creciendo y, quizás, hasta la disminución de la fe cuando se constata que, a pesar de todos los esfuerzos, el organismo no se cura y día con día se debilita más y más. Goiz describió el proceso que sufrieron su madre y su familia hasta entender que el mal es incurable y que los médicos sólo aumentan la existencia –no la vida—y que con esos tratamientos finalmente sobreviene la muerte en condiciones poco humanas para el paciente y para la familia. Isaac Goiz comentó que ante todo esto, la familia decidió sacar a su madre del hospital y esperar un mes para que muriera, pero sabiendo siempre que estaba en mejores condiciones que en el hospital.

Creo que en este relato está la explicación sobre por qué Isaac Goiz se emociona hasta las lágrimas cuando describe los casos en que ha tenido la oportunidad de aliviar el sufrimiento de enfermos desahuciados por la medicina tradicional y de sus familiares. Puedo imaginar que don Isaac quizás sienta que en cada paciente que sana está un poco el espíritu de sus padres, que ahora son su inspiración para tratar de ayudar a quienes sufren.

Cofepris clausura su clínica por hablar de sus investigaciones sobre Covid-19

Don Isaac decidió llevar la conversación hacia sus fallidos intentos por convencer a las autoridades gubernamentales en México para que tomaran en cuenta sus investigaciones y beneficiaran a los pacientes con la aplicación de sus técnicas. En la mayoría de los casos hubo un rechazo inmediato. En otros lo pusieron en contacto con personas que sólo quisieron conocer los alcances de sus descubrimientos para luego volver a cerrarle las puertas sugiriéndole que se olvidara de todo lo que estaba haciendo. Para don Isaac está claro que a través de la historia los gobernantes no sólo de México, sino de muchas partes del mundo, han optado por privilegiar los intereses de las farmacéuticas por encima de las necesidades de salud de la población.

Llegamos así al momento crucial en este relato: la clausura de la clínica de Isaac Goiz Durán cuando intentaba compartir sus conocimientos en biomagnetismo para auxiliar en las investigaciones sobre Covid-19. Como ha sido usual, las autoridades mexicanas no le hicieron caso cuando quiso dar a conocer en México los avances de lo investigado. Pero Isaac Goiz es conocido en países como Cuba, Venezuela y China, que sí han tomado en cuenta su punto de vista respecto a posibles curas para la Covid-19. Cuba es un país que se toma muy en serio la investigación sobre Biomagnetismo y el Instituto Superior de Ciencias Médicas de VillaClara está promoviendo investigaciones conjuntas con organizaciones de otros países.

Hay un video que circuló en YouTube en el que Isaac Goiz habla con Carlos Gil, conductor del programa “Opciones de Vida” de Radio Centro respecto a sus investigaciones para aplicar su método en casos de Covid-19. El video fue retirado de la plataforma, aduciendo que violaba las normas. Inmediatamente después de la difusión del video hubo una visita de inspección a su consultorio en la que se le dejó saber que el video había sido mal visto por las autoridades y que por eso Cofepris lo estaba revisando para clausurarle el consultorio.

A don Isaac le cuesta trabajo hablar sobre el tema. Sus ojos se humedecen; su voz vuelve a ser entrecortada. Pero se me queda mirando y clava en mí sus preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué la persecución en mi contra? ¿Por qué en México siempre le han puesto obstáculos a mi trabajo para ayudar a la gente?

Cofepris ha sido más obstáculo que ayuda durante la pandemia

Las palabras del doctor resuenan fuerte en mi conciencia. Se parecen mucho a la frustración que le escuché al Dr. Francisco Moreno, responsable del programa Covid-19 del Centro Médico ABC cuando habló con Joaquín López Dóriga (Radio Fórmula 13 de mayo 2020) tras recibir la orden de Cofepris de que debía suspender las pruebas que se hacían a partir del plasma de pacientes recuperados, pruebas que servían para saber si el plasma podría ser útil para ayudar a otros pacientes. En este caso el Centro Médico ABC trabajaba con la Clínica Mayo mientras obtenía el permiso de Cofepris, pero la institución decidió que no se siguieran haciendo pruebas que no estuvieran autorizadas por ellos, aunque por otro lado decían que por la contingencia no tenían la capacidad de evaluar las pruebas.

La indignación contra el criterio aplicado por Cofepris llegó a tal grado que Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, envió un escrito al secretario de Salud, Jorge Alcocer, para que solicitara a Cofepris que permitiera al Centro Médico ABC continuar aplicando las pruebas serológicas, pues consideró que éstas constituyen una opción para muchos pacientes con coronavirus o Covid-19 (Reforma, 17 mayo 2020). Estos son sólo algunos ejemplos del mal manejo de crisis, pero los reclamos contra Cofepris durante la pandemia han sido muchos, porque ha dado prioridad a los criterios burocráticos y a querer mantener todo bajo su control.

Las burlas a Olga Sánchez Cordero y la nanotecnología equiparada a producto milagro.

El comportamiento de Cofepris puede deberse a un asunto de ineptitud agudizada por la pandemia. Funcionarios y funcionarias que no son capaces de tomar decisión alguna porque sucumben ante la presión y las necesidades de ajustar los criterios a una realidad distinta a la de su zona de confort. Pero también es posible que tengan causas más profundas. La defensa de intereses de un grupo privilegiado de empresas farmacéuticas.

Tras escuchar las quejas de Isaac Roiz y del Dr. Moreno sobre el comportamiento de Cofepris vino a mi mente el sin fin de comentarios burlones respecto a lo expresado por la secretaria de Gobernación en una entrevista con Gabriela Warkentin y Javier Risco sobre el consumo que ella hace de unas gotas creadas por una científica mexicana que la ayudan en sus prácticas de prevención contra la Covid-19, para fortalecer el sistema inmunológico.

El 4 de junio de 2020, Olga Sánchez Cordero hizo referencia al tratamiento que estaba siguiendo y al hecho de que lo había compartido con colegas de gabinete y gobernadores que habían dado positivo en la prueba de Covid-19. De nada valió que la secretaria de Gobernación dijera que el tratamiento lo había desarrollado una exitosa científica mexicana. De nada valió que el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, hubiera tuiteado anteriormente que había utilizado el tratamiento recomendado por Sánchez Cordero y había percibido mejoría en el desarrollo de la enfermedad. De inmediato se activó un mecanismo de descalificación que pretendió restar autoridad a la funcionaria, acusándola de recomendar “productos milagro”. En la campaña de desprestigio contra la secretaria de Gobernación y la medicina alternativa participaron la secretaria de salud de la CDMX y el secretario de salud de Edomex. A pesar de que el artículo 2 de la Constitución y el artículo 9 de la Constitución de la Ciudad de México reconocen el valor de las terapias alternativas como complemento de la medicina alópata, el criterio predominante es el de la discriminación. Olga Sánchez Cordero pudo experimentarlo en carne propia.

Como lo ha sufrido también Gabriela León, la científica a la que la funcionaria se ha referido en las entrevistas. León es Ingeniera Bioquímica Industrial egresada de la UAM Iztapalapa. Según relató en una entrevista para el Financiero, su trabajo ha obtenido certificaciones con universidades y con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. Su proyecto obtuvo financiamiento del Instituto Nacional del Emprendedor, órgano desconcentrado de la Secretaría de Economía y fue nominado por el Foro de Davos como premio a la tecnología pionera. Además, la ONU considera a su empresa Gresmex como una de las 100 que pueden cambiar a la humanidad por su descubrimiento de la molécula Nbelyax. Sus productos tienen patente en México, China, Japón, Vietnam y Filipinas.

Sin embargo, muchos periodistas aparentemente “serios” se sumaron a la campaña en redes sociales y a las descalificaciones de funcionarios estatales cuyo objetivo fue hacer mofa de una funcionaria del gabinete que no se plegó al mandato del Dr. Gatell y de otros funcionarios. Quizás fue eso lo que llevó a Gabriela León a declarar en algunas entrevistas que ha tenido que enfrentar muchos obstáculos colocados por la industria farmacéutica a la distribución de sus productos, además de que ha tenido que enfrentar actitudes malinchistas, pues ha sido en México donde no quieren reconocer que una Pyme esté haciendo ciencia y pueda lograr éxitos que no tienen otros organismos con mucho mayor presupuesto.

De cómo descubrí la discriminación a pacientes ancianos

Mientras escribo el testimonio de don Isaac Goiz se agolpan en mí los recuerdos, mi propia indignación contra aquella mujer responsable del área de urgencias del INER[vi], que cuando llevé a mi madre para que la atendieran por una neumonía, me sugirió que mejor la dejara morir porque era una persona de edad muy avanzada y tenía pocas posibilidades de superar la enfermedad.

El espejo de obsidiana de la Covid-19 me hizo ver que lo que aquella mujer planteó para mi madre no fue una ocurrencia personal, sino que forma parte de un protocolo de discriminación a los pacientes de edad avanzada que quedó evidenciado cuando se filtraron borradores de la Guía Bioética de Asignación de Recursos.

La polémica desatada en torno del criterio para asignar ventiladores dando prioridad a los pacientes de menor edad, dejó claro que ciertas instituciones consideran a los adultos mayores como algo absolutamente prescindible. Sin embargo, el simple hecho de que alguien haya decidido filtrar a medios la Guía Bioética me deja claro que en el propio gobierno hay discrepancias con esos criterios. La vida también me ha dado la oportunidad de comprobar que en el INER sí existen médicos que ponen todo su esfuerzo por salvar la vida de adultos mayores, a pesar de que otros, como la mujer que atendió a mi mamá, actúan con la consigna de deshacerse de los viejos.

Durante mucho tiempo llevé clavada en el corazón la daga del comportamiento de la mujer que trabajaba en el área de urgencias del INER. El dolor fue todavía más intenso cuando escuché a mucha gente decir que ese era un comportamiento normal.

Hoy, después de 4 años del fallecimiento de mi madre siento un gran alivio al escribir que la indignación social ante este tipo de criterios para dejar morir a los viejos hizo que, formalmente se diera marcha atrás a la medida. Sin embargo, es posible que mucha gente siga actuando como la mujer de urgencias del INER. Habrá que encontrar la forma de impedirlo. Un primer paso es subrayar que se debe respetar la voluntad de un paciente. Si su voluntad es morir sin que se le conecte a ningún aparato, hay que dejarlo ir. Pero si su voluntad es seguir viviendo, hay que apoyarlo, por más que haya rebasado los 100 años. Además, si no queremos tener que elegir entre conectar a un respirador a un paciente joven o a un paciente mayor, lo importante es tener suficientes ventiladores, y suficientes equipos médicos. Covid-19 nos mostró que los sistemas de salud no eran capaces ni siquiera de proteger a su personal sanitario, al que muchas veces mandaron a la guerra sin fusil.

Necesario transformar los sistemas de salud en el mundo

El espejo de obsidiana, el espejo de la verdad, nos ha presentado al desnudo las graves carencias de los sistemas de salud, no sólo en México, sino en el mundo. Nos hemos dado cuenta de que el sistema económico mundial ha fracasado ante la magna prueba y personas de todo el mundo han pagado la decisión de los gobernantes de disminuir los recursos para la salud. Es importante señalar que no sólo estamos hablando de dinero, sino también de algo más valioso y necesario: la educación en el respeto a la vida. El problema no sólo ha sido la falta de camas, sino la falta de criterios humanistas a la hora de tomar decisiones.

Al cúmulo de fallas durante el manejo de la crisis podría sumarse otro muy grave error que sería el de no aprovechar las lecciones y tratar de hacer como si no hubiera pasado nada.

Muchos gobiernos, incluido el de México, están tomando decisiones en las que pesan más los criterios económicos que la seguridad sanitaria. Muchos también están tomando decisiones en las que pesa más el escenario de la próxima elección que las necesidades de la próxima generación. En la hora de la verdad, la exigencia debería ser la de reconocer los errores y poner manos a la obra para solucionarlos. Sin embargo, la triste realidad es que muchos gobiernos han adoptado una estrategia de propaganda que consiste en desautorizar cualquier denuncia calificándola como sabotaje a las instituciones. Quiero dejar claro que lo que me impulsó a escribir este texto es la necesidad de contribuir para la transformación del país. Los problemas no se pueden solucionar si se siguen ocultando. Hace falta valor y compromiso social para denunciar, así como hace falta valor y compromiso social para rectificar los errores y actuar en consecuencia.

Otra gran lección es la de que ningún individuo podrá estar seguro si no trabaja para asegurar que los otros, en su entorno, también estén libres de amenaza. Es necesario priorizar un enfoque de cooperación para superar la adversidad. Pero así como el espejo de la verdad nos ha mostrado las grandes fallas como individuos y como sociedad, también es imperativo reconocer que durante las etapas críticas de Covid-19 se dieron muchas muestras de generosidad que debemos tener muy presentes para evitar que nos invada el pesimismo. Es mucho lo que está en juego como para tomar las cosas a la ligera y tratar de esconder la ineficiencia debajo de la alfombra. El espejo mandó a Quetzalcóatl al confinamiento para que fuera capaz de reconocer sus errores y enmendarlos. Es hora de tomar en cuenta las enseñanzas de los sabios ancestros y aprovechar la experiencia para resurgir más fuertes, más sabios, más humanos.

“La gratitud es la memoria del alma”, dijo mi amigo cuando terminó la charla con el Isaac Goiz Durán. Yo estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de conversar con él y contar esta historia.

Fuente: El baúl de los recuerdos y pensamientos

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